domingo, 1 de mayo de 2011

Una guerra, una piedra, un secreto

Fue un eterno luchar entre esos loros parlantes y nosotros. Aunque queríamos rendirnos a tan horrible enfrentamiento, nuestro líder nos dio fuerzas para seguir en busca de la tan anhelada piedra preciosa.
Desafortunadamente, uno de ellos tiró nuestro tesoro por la rejilla, lo que nos planteó a llevar una operación de rescate. Bajamos por un pequeño caño que nos condujo hacia una familia de loros parlantes que habitaba en varios departamentos desde hacía varios años. De casualidad, ninguno de sus miembros vio pasar nuestra piedra por allí; nos lo demostraron sus rostros.
Con el equipamento creamos máscaras para pasar inadvertidos y después atamos nuestras sogas con nudos para llegar a nuestro objetivo. Subiendo hacia la superficie, nos topamos con un gigante. Lamentablemente, era justo uno de los pocos que se encontraba aliado a los loros. En un parpadear de ojos logró quitarnos la piedra, lo que nos llevó a perseguirlo por todo el reino. Atravesamos montañas, valles y el río más importante hasta toparnos con nuestros alumnos de arquería. Los mismos nos ayudaron a recuperar el tesoro matando al enorme enemigo. Cuando al fin tuve la piedra en mis manos, la abrí sin saber que el poder secreto me absorbería el alma.-
 
Editó: el profe
Tesio-Estofán-Roca 

Pesadillas de la venganza



Casimiro es un joven de 25 años, estudiante de derecho, que se vio obligado a luchar para defender a un amigo, porque un horrible mono radiactivo lo estaba atacando. Durante la pelea, el mono lo empujó y él cayó al piso de arriba de una rejilla que dio la casualidad que tenía un lado levantado. Éste le produjo un corte tan grande que tuvo que ser llevado a una operación de urgencia en la cual se descubrió que tenía en su abdomen un caño de 30 cm de largo. Después de una larga discusión entre los médicos y la familia, decidieron extirparlo. Pero había algo que ellos no sabían: ese caño era parte de su cuerpo, como si fuera un órgano más. Esta cirugía era tan costosa que los padres tuvieron que vender varios departamentos que habían heredado apenas tres años atrás.
Por esas cosas de la vida, dio la casualidad que se le hizo un nudo a la máscara de oxígeno que Casimiro tenía para poder respirar, causándole la muerte.
La familia, triste por la pérdida, decidió cremarlo y arrojar sus cenizas a la superficie del río Escavio, donde él pasaba la mayoría de sus tardes. Todos siguieron con sus vidas, hasta que meses después, una serie de eventos sobrenaturales ocurrieron en un hospital. Se rumoreó entre los alumnos de medicina que cumplían pasantías en el hospital, que el alma de Casimiro vagaba por los pasillos buscando el causante de su muerte; el ruido de un caño golpeando las paredes anticipaba su aparición nocturna, llenando de pánico a médicos y pacientes.

Autores: García - López - Pereyra - Pintos
Editor: el profe.