sábado, 30 de abril de 2011

Exterminio de alumnos

 
Arístides entró en su ropero dispuesto a luchar contra las polillas que habitaban en él. Su horrible cara de pañal descompuesto era suficiente para acabar con ellas y el pueblo entero.
En la parte superior del armario había una rejilla oxidada, con la que Arístides intentó exterminar las mariposas ciegas. Sin querer se golpeó la cabeza con un caño y salió para asegurarse de que su familia no estaba percatada de la operación llevada a cabo allí adentro. Vio por la ventana que los departamentos de al lado, abandonados hace años, estaban llenos de vapor, y las paredes se desmoronaban cual la caspa de su cabello. No creyó que fuera casualidad, y quiso investigar por qué era. Entró nuevamente en el ropero, esta vez con una máscara y una soga con un nudo en el medio y exploró la superficie para descubrir el nido de polillas. Por el costado del armario vio que muchas de ellas se dirigían al río como alumnos que siguen a la maestra en fila india, y de repente la puerta se abrió, sus párpados también lo hicieron; Arístides despertó con la rejilla de sombrero.
 
Autores: Floreano & Cía
Editor: El profe

Mala sangre

El 14 de mayo de 1957, en México D.F. se enfrentaban en el Estadio Azteca dos de los mejores luchadores del país, dispuestos a luchar por el título mundial de la triple A. Esta horrible contienda se iba a desarrollar frente a 15 mil personas. Al aparecer el presentador de la pelea, anunció:
-Señoras y señores, bienvenidos a la decimonovena lucha libre de América, presentando en el rincón rojo, con un peso de 105 kilogramos y una altura de 1,95 m a Johnny "Rejilla" García y en el rincón azul, con un peso de 112 kilogramos y una altura de 2,02 m a Darwin "Doctor Operación" Márquez.
Ambos luchadores aparecen en el escenario mostrando sus brazos duros como un caño y saludando a su familia allí presente. El ring era grande como dos departamentos; creo que no se iban a encontrar en años vagando sobre el ring y sólo de casualidad se iban a ver las caras.
Los dos participantes ingresaron al ring con sus máscaras, ajustaron los nudos de las zapatillas y asegurándose en la superficie de lona, se dispusieron a pelear.
De inmediato Márquez le pegó a García, provocándole un río de sangre. Los alumnos de lucha libre de García ingresaron al ring intentando frenar la hemorragia; sobre el ring había tres litros de sangre, toda derramada por García; creo que a esa altura hasta su alma se había derramado por el ring. Márquez patinó en la sangre de su contrincante y se golpeó la cabeza, haciendo que la sangre fluya por todo el ring y provocando que ambos ríos de sangre, confluyan en un gran charco rojo donde se terminaron ahogando ambos.
Trax - Manchado
Editor: el profesor

El hombre que cayó por la rejilla

He descubierto que luchar contra mi conciencia es francamente imposible, así que he decidido hablar, contar lo horrible. Me encontraba tomando un baño y curiosamente el jabón causó algo extraño en mí, como los hongos de Alicia me encogí hasta caer por la rejilla. La operación, la metamorfosis, fue cuestión de segundos. No tuve tiempo de asustarme ni de entender qué es lo que ocurría mientras caía por lo que, imaginaba, era el caño de las tuberías del baño.
Al caer, no sé cuanto tiempo, sentí algo suave. Pude ver el agujero negro de hierro por el que bajé y oí los ecos de mi familia, desesperados, preguntándose dónde habían ido (por lo que imaginé que algo había ocurrido con el tiempo).
Pude identificar cuatro departamentos tras el recorrido por el lugar, adornados con flores y frutas (las paredes eran enredaderas); cada departamento tenía una imagen diferente que supuse correspondían al sol, la luna, el agua y el aire.
Quién sabe cuántos años dormí sobre aquellas enredaderas que dos veces al día giraban (el techo era ahora el suelo y viceversa). El hueco por el que caí estaba cerrrado y todo tapado por las enredaderas que comían todo. Por una mera casualidad, asomé mi cara al estanque en que bebía un agua roja y noté una máscara (mi cara ya no era mi cara sino una máscara negra). Rápidamente desaté el número infinito de nudos que me ataban la máscara (esto es raro, pero la máscara jamás debía haberse salido). La superficie se abrió en dos y caí en un río espeso y escarlata. En un momento pensé que sería uno más de los alumnos de la hipnosis o del sueño; de ninguna manera, a mi alma la atraparon las enredaderas y yo he vuelto a caer en la misma rejilla.
Issidoro-Mema-Moyano
(Editor: el profesor)
 

viernes, 8 de abril de 2011

Mr. Boedo y Súper Florida

Había una vez un chico de diez años, llamado Mr. Boedo, nacido en 1914, que tenía un deseo muy simple: poder volandear. Una vez de aquellas, saltando del tejado como lo solía hazacer todos los sabadomingos, Mr. Boedo se resevalenció y cayó para arriba, hacia una nebulosa, y chocó con un aire.  Ahí se encontró con un superheroestático fantabondadoso con los de sus creencias: Súper Florida. Súper Florida le dijo a Mr. Boedo "yo sé tu sueño, el de volar". "Pero cómo", dijo Mr. Boedo. "Yo lo sé todo, toma estas dos pastillas, primero la roja y después la azul. Pero debes antes olvidar todo acerca de tu nombre y acordarte de cómo volar..."
A los florg (1 1/2) minutos Mr. Nosequé dijo "ya está, ya lo olvidé todo. "Perfectifantástico, ahora toma estas dos y salta a la tierra", le dijo Super Florida y se las dio a Mr. Nosequé, quien las tomó y saltó a tierra. Lo que no recordó fue que debía tomar primero la roja y después la azul. No la azul y después la roja...
 
Autores: Marcuzzi - Trax
 

Homenaje a Oliverio Girondo



Un bepesopo bapaboposopo a la oriporillapa del río
es oposopor a quepesopo de su vepertipimepentapa
que hacía mepesepes que no lapavapaba.

¡No vale la penapa sufrir por su diepentepe en flor!
No se depeprimapa, pues a capabapallopo regalado,
o se le han de mipirapar los dientes.

Fría la mapañapanapa, cansado de lupuchapar...
soldado que hupuyepe, sirve para otra bapatapallapa.

Hay un boopumeranpang en la cipitypi
la princesa vopoiveperápa montada en un cisne,
y golpeará su diepentepe, y capaeperápa una flor.


Autores: Bría - Floreano


Una vez más...

Abrí la puerta y me dirigí al trabajo, como todas las mañanas. Ya cansado de esta vida de injusticias igual tomé fuerzas, ya que estaba llegando fin de mes y mis chiquitos contaban con mi perseverancia para comer una vez más.
El señor Pedro ya me había advertido la semana anterior que si no vestía el uniforme debido para esta factoría de explotadores, no iba a recibir el pago mensual. Sinceramente, les cuento que no puedo acceder a este tipo de cosas que se me exigen, no por haber malgastado todo mi dinero en los bares, sino porque la reserva de mi salario anterior sólo había alcanzado para comprarle a Juancito sus tan anheladas zapatillas.
Al cruzarme con el señor Pedro sólo me hizo falta ver sus ojos para que una vez más me diera cuenta de que ese día volvería a casa con los bolsillos vacíos. Igual, mi impotencia fue tan grande que lo único que pude hacer fue darme vuelta y ponerme a trabajar.
Ya terminado mi turno, volví a casa.  Mi pequeña flor, que me esperaba en la vereda con un abrazo, me hizo saber que necesitaba unos pocos pesos para comprar unos caramelos. Al no tenerlos, sentí que un vacío interno me hacía reaccionar y pensar que al otro día tendría que regresar y reclamar mi paga. Y estaba convencido esta vez de que la factoría y su inhumano dueño no se saldrían con la suya.

Autores: Estofán, Moyano, Tesio.

El niño

El niño desnudo,
en la calle,
impaciente espera el cucharón.
El sol sale todos los días,
y los pájaros cantan,
Pero a él nadie lo ayuda.
¿De qué me sirve la rosa bella
si no me cubre del frío?
¿De qué los bellos versos
que pregonan los ricos?
El sueño se hace de él,
siempre,
dejará caer su cabeza en una plaza,
ya el sol se esconde,
ya los pájaros callan,
y a él nadie lo ayuda.
Autores: Issidoro - Mema