viernes, 8 de abril de 2011

Una vez más...

Abrí la puerta y me dirigí al trabajo, como todas las mañanas. Ya cansado de esta vida de injusticias igual tomé fuerzas, ya que estaba llegando fin de mes y mis chiquitos contaban con mi perseverancia para comer una vez más.
El señor Pedro ya me había advertido la semana anterior que si no vestía el uniforme debido para esta factoría de explotadores, no iba a recibir el pago mensual. Sinceramente, les cuento que no puedo acceder a este tipo de cosas que se me exigen, no por haber malgastado todo mi dinero en los bares, sino porque la reserva de mi salario anterior sólo había alcanzado para comprarle a Juancito sus tan anheladas zapatillas.
Al cruzarme con el señor Pedro sólo me hizo falta ver sus ojos para que una vez más me diera cuenta de que ese día volvería a casa con los bolsillos vacíos. Igual, mi impotencia fue tan grande que lo único que pude hacer fue darme vuelta y ponerme a trabajar.
Ya terminado mi turno, volví a casa.  Mi pequeña flor, que me esperaba en la vereda con un abrazo, me hizo saber que necesitaba unos pocos pesos para comprar unos caramelos. Al no tenerlos, sentí que un vacío interno me hacía reaccionar y pensar que al otro día tendría que regresar y reclamar mi paga. Y estaba convencido esta vez de que la factoría y su inhumano dueño no se saldrían con la suya.

Autores: Estofán, Moyano, Tesio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario